Ocho respuestas para compartir con Letralia

https://letralia.com/

En pocas semanas estará de aniversario la revista digital venezolana LETRALIA. Tierra de Letras. Para celebrarlo, el medio proyecta una edición especial dedicada a la lectura, y ha difundido un cuestionario (https://letralia.com/lectura/) al que están ya respondiendo los lectores a su modo, sea mediante ensayo, articulo, un cuento... Como las preguntas seducen por sí mismas, antes de que la imaginación urda la forma en que le acomoda responder, se adelantó la lógica y puso en orden sus propias argumentaciones. He aquí un punto de vista, digamos, a priori, de acuerdo con la experiencia de quien escribe.

 

¿Qué te ha dado la lectura?

Una percepción de la existencia que sobrepasa por mucho lo sensorial, lo aparencial, lo preconcebido. Un bien intangible que nunca cae al lugar más bajo de la escala de prioridades. Referentes confiables frente a la omnipotencia de los discursos de poder. Sorpresas estéticas impactantes... Dicho todo ello sin ceder ante las sugestiones de la emotividad, que bien podría tener sus propias razones.

 

¿Concibes un mundo sin libros?

No que alguien lo conciba, es que lo tenemos delante. Quién duda que hoy se lee más y/o son más los que leen, obviamente, pero el entretenimiento es la gran pasión del Homo sapiens a la altura del Tercer Milenio, y toda una poderosa industria prospera para servirle. Nada que lamentar, nada que reclamar: bastarían unos pocos lectores para que toda la cultura de la humanidad fuera rescatada. Eso es lo seguro.

 

¿La lectura mediante traducciones o en su lengua original?

Enriquece infinitamente siempre que sea posible la lectura de una obra en su idioma original. Habrá quien la tuvo que asumir alguna vez, sin elección, cuando el texto imprescindible llegó a mano en su lengua foránea. Y probablemente el esfuerzo ha valido la pena. Pero no se niegue de plano el valor de las sabias traducciones. Léase en castellano The Old man and the sea de Ernest Hemingway, en la versión primigenia de Lino Novas Calvo *, y no habrá gesto de Santiago, aparejo de pesca, salto del pez, asedio de tiburones,  corriente o vientos marinos, que no tengan en la novela transcrita su exacta representación en la lengua de Cervantes. Más aun, en la mayor proximidad al lenguaje cubano de los pescadores de la villa de Cojimar.

* [Ernest Hemingway: «El viejo y el mar» (traducción de Lino Novás Calvo). Bohemia, La Habana, año 45, no. 11, marzo 15 de 1953, páginas 67-98]

 

¿La lectura en digital o en papel?

La alternativa va perdiendo su polaridad. La verdadera pregunta de hoy día sería: ¿Redes sociales o lectura? O sea: ¿Intercambio de entretenidas agudezas o difusión de saberes consistentes? ¿Contenido de valor o pasatiempo? ¿Una cuartilla como límite a la atención difusa del agobiado lector, o el reto del volumen a la comprensión y el crecimiento intelectual que tal ejercicio depara?

 

¿Oír un audiolibro encaja como lectura?

Totalmente. Más allá del auge de otras opciones modernas de difusión, la radio ha demostrado una elevada capacidad de emisión de productos culturales, mediante programas radiofónicos en toda  una diversidad de formatos. Oyentes con experiencia en la audición de radionovelas coinciden en apreciar que el medio permite incluso atender la transmisión mientras se ejecutan algunas tareas. De ahí la preferencia que tuvieron hacia el género las amas de casa cubanas hasta los años cincuenta del siglo XX, tendencia ampliamente aprovechada por las agencias publicitarias del país en el período. Notables literatos se desempeñaron en Cuba como escritores radiales, entre otros Onelio Jorge Cardoso, Dora Alonso y Félix Pita Rodríguez, todos cuentistas memorables.

Experiencias de lectura directa de obras literarias, sin efectos de ninguna clase, seguramente hallarían un sorprendente nicho de radioyentes.

 

¿Qué le pedirías a una editorial para que fuera perfecta?

Que sea capaz de hacer de cada autor un genio. Si no puedes ser Max Perkins o Carmen Balcells, tal vez te acogerás al consuelo de que el público le echará la culpa a la mediocridad de los propios escritores, hasta que los críticos te pongan la vista encima. No importa el tiempo que pase: ellos orinarán sobre tu tumba.

 

¿Lees solo buenos libros o todo lo que cae en tus manos?

Aun si dispusiera este mortal de los recursos, la información y tiempo que supondría hacerse de cada libro excepcional en el trayecto de su vida, haría bien en sospechar de su propio criterio selectivo, y no perderse demasiado de aquello que desmerece la mayor puntuación de las listas.

 

¿Qué diantres es un buen libro?

Aquel que te hace sentir el peso de la ignorancia que cargarías si no lo hubieras leído.

 

© Ismael León Almeida (Sobre las respuestas)

 

 

 

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