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Showing posts from May, 2024

Hablando de pesca con Ismael

 HABLANDO DE PESCA, DE FILIPINOS Y DE HEMINGWAY CON ISMAEL LEÓN ALMEIDA Por Gladys Rodríguez Ferrero 1- ¿QUÉ MOTIVA A ISMAEL LEÓN A LLEVAR A CABO ESTA INVESTIGACIÓN TAN ESPECIAL? Sin retórica alguna debo expresar que escribo e investigo a causa de una desmesurada curiosidad. En un principio tal vez habría cierta funcionalidad con el oficio de periodista, a causa de la necesidad de hallar argumentos suficientes para informar sin trampas al público. Pero en el fondo es eso, la necesidad de explicarme a mí mismo las cosas. En este caso, ya había escrito en un libro que la pesca comercial de agujas por el método de calas profundadas era un procedimiento propio de Cuba, porque así lo había afirmado una fuente creíble en 1930, pero cuando Hemingway aseguró que lo habían traído pescadores filipinos, y la fuente anterior lo afirmó a continuación, y ninguno de los dos ofreció pruebas contrastables de su afirmación, me sentí retado a indagar lo cierto que hubiera en ello. Tenía, por supuesto, q

Diálogo en la costa

 DIÁLOGO EN LA COSTA  Era un viejito seco, de ropas gastadas y un sombrero de otro siglo en la cabeza pequeña al igual que su cuerpo. Nos encontramos al pie del torreón de la Chorrera; uno deambulando por sorprender algo nuevo y no sabido en las artes pesca, él, sencillamente descamando unos pescados acabados de desembarcar, no parecía cansado ni que le importara demasiado los años que portaba.  Declara su nombre con amabilidad, con modales antiguos y algo raros en la orilla: él era Jorge Gómez de la Maza y Rivero y sí, sobrino de un Gómez de la Maza antiguo, Federico, muy sabio en materia de peces cubanos.  ¿Usted recuerda a que edad comenzó a pescar en el Malecón? Yo empecé a pescar con una varita de sardinas en el Espigón en el año 26, fue cuado lo del ciclón, yo tenía nueve años. Y luego ese mismo año fui a pescar afuera en una arribazón que hubo de pargos, después que pasó el ciclón. Fui con mi abuelo. Cogimos como unas 70-80 libras de pescado. El me dijo, Oye, tenemos que i

La mujer de amarillo (cuento)

 LA MUJER DE AMARILLO Era rubia y vestía algo de color de los mangos maduros, cuando es año de lluvias tempranas y abundan las frutas en las ramas de los árboles. El hombre estaba apurado, parqueó la bicicleta a un costado y mencionó un medicamento. O esa mujer era la de ayer y el hombre era el mismo: tenía mala cara y sabía que estaba enfermo. Y no mencionó medicamento alguno, sino que entregó unos papeles y el carné de identidad para que le inscribieran en la farmacia. La mujer de la mesa acababa de atender a una señora de la cola, otra estaba en punta y detrás del hombre de la bicicleta había todavía dos personas. ― Voy a almorzar. En media hora los atiendo ― y sacó un pozuelo y unos cubiertos y se puso a comer a la vista de los clientes, que sin proponérselo hallaban con la mirada el muralito sindical sobre la cabeza de la mujer, con las coloridas fotos de los próceres recientes. Nada importante, no hay norma que cumplir en ese apartado del día. Además, media hora de almuerzo es má