CONSTRUIR LA MEMORIA
Recordar es la pólvora
para el tiempo que nos pertenece.
Están en marcha importantes sucesos. Protestas públicas en el país del más compacto consenso social que ha conocido la historia universal, con una población que por seis décadas no conoció una manifestación, que no supo de una huelga, cuya escasa disidencia ha sido descalificada y ridiculizada por inconsistente y por hacerse demostrar una y otra vez su dependencia del dólar enemigo. Tal es lo que nos muestran los medios a los desinteresados espectadores.
Nada es más importante hoy que registrar los hechos, entenderlos. Permitir que nos cuenten la versión más conveniente es como dejar en manos de un vecino inteligente y sí, prestigioso, la interpretación de la conducta de nuestro hijo menos disciplinado y razonable. Las cosas que vienen ocurriendo son nuestro problema. La pandemia lo es, la falta de alimentos y otros productos cotidianos lo es: la insatisfacción de una parte de nuestra sociedad expresada de modos tan terminantes también lo es.
Podemos calificar a los actores de la manera más crítica cuando la violencia ha salido a las calles. Pero conocer a fondo los hechos, las razones para actuar de tales modos, lo que tales reacciones significan y enseñan... Eso es lo único que garantiza la capacidad nuestra, de los cubanos, de asumir la propia realidad, más allá de lo que difundan algunos desde el exterior, de lo que otros quieran que creamos desde sus posiciones de liderazgo y poder, mostrándonos una y otra vez posturas ejemplares.
¡Cuánto ingenio se vuelca hacia internet cada día! Cuanta risa y aplauso y compartir y cuántos likes. Bien, si lo que sucede en tiempos tan graves como estos se olvida, si se permite que intérpretes interesados ofrezcan mañana la versión más adecuada a su conveniencia, se habrá perdido la memoria, la herramienta más importante para construir el futuro de una sociedad.
Opiniones dispersas hacen muy difícil identificar la opinión del conjunto, y lo que está en juego es el futuro del conjunto. Es necesario un espacio común al que tributemos reportes, testimonios y opiniones. “Cuba respeta los derechos y garantías de todas las personas”, se leyó el domingo 25 en el diario Juventud Rebelde. La Fiscalía General de la República y el Tribunal Supremo Popular, en voz de sus titulares, trasmitían confianza a la ciudadanía.
En relación con los procesos penales que se inician a los involucrados en las protestas del 11 de julio, la Fiscalía se declaró dispuesta a investigar cualquier irregularidad denunciada: hasta el momento habían recibido 90 planteamientos. El Tribunal anuncia que los juicios son “orales y públicos, a los que pueden asistir familiares o personas interesadas, siempre teniendo en cuenta las restricciones sanitarias derivadas de la COVID-19”.
Un total de 19 procesos que habían llegado a los tribunales municipales involucraban hasta la fecha de las entrevistas publicadas a un total de 59 acusados. El Tribunal Supremo no contaba con el número exacto de personas detenidas o liberadas. Es importante prestar atención al desarrollo de estos procesos, compartir en las redes sociales del modo más amplio información acerca de tales juicios, de la consistencia de las pruebas y la eficacia de las defensas. Es importante conocer y entender del modo más imparcial, sereno y responsable, los hechos. Es importante también que cada uno de los sancionados sea alguna vez escuchados públicamente, entendidos, valorada su posición.
Es del todo imprescindible generar en internet un espacio de acceso común para compartir información y opiniones de un modo centralizado; tal vez existe, pero es importante contar con esa herramienta. No para difundir opiniones o generar debates, o al menos no en primer lugar, sino para dar a conocer información de primera mano tanto acerca de los hechos, como de los procesos judiciales, como los testimonios de los participantes en tales acciones de protesta. Entendamos, por cierto, que no se trata únicamente del 11 de julio, sino de todos los fenómenos ocurridos desde la vigilia frente al Ministerio de Cultura, incluso antes.
Es inaceptable que cada vez que alguno de los que vivimos en este país evidencia su desacuerdo y su oposición a la línea oficial, sale a relucir el hecho de que tales posturas están siendo financiadas por enemigos del gobierno del país. Todavía no hay dinero que pueda pagar la conciencia crítica de este país. Todavía muchos de los que persistimos en vivir en él guardamos el recuerdo de un padre, o una abuela, o una madre, o de uno de los verdaderos héroes de este país que no nos permite vendernos. Los que opinan y difunden lo contrario tengan el pudor de demostrarlo.
Exijámonos conocer a fondo este país. Exijámonos no dar la espalda a hechos como los que han ocurrido, sin conocer a fondo lo que los ha motivado. La condena a actos violentos puede calmar nuestra conciencia, pero ignorar las razones de los otros no es la mejor opción para construir una nación mejor. Y si la razón nos la muestran de un solo lado, y a los demás nos queda levantar la mano, aplaudir y admirar, no nos quejemos luego.
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