Algo nuevo acerca de los cuentos de El club de los pescados muertos
“De pesquerías ya se escribió un libro y todo el mundo lo ha leído”: ya lo vemos venir. Pero en El club de los pescados muertos lo que menos importa es la pesca, o importa casi nada. De entrada, el libro de relatos del cubano Ismael León Almeida trae siete cuentos chinos intercalados entre otros ocho que no comparten esa supuesta denominación de origen, y algo intriga al lector averiguar qué clave trae esa diferencia, porque en Cuba, a saber, un “cuento chino” es un engaño, o sea, ficción narrativa, que es de lo que se trata.
El cuento que da título al volumen narra, en efecto, una reunión de asociados a una de esas organizaciones de aficionados a la pesca, pero la esencia de la que trata el debate no son las virtudes de una caña o la fabulosa picada en un embalse, sino las prácticas no precisamente deportivas que permite la posesión de un carné de afiliado, y las estrategias de una supuesta asociación civil para tener el control sobre la membresía, de cuyas cuotas de afiliación subsiste. En el cuento chino “Zhōngguó gùshì 6”, que precede a “El club de los pescados muertos”, la insistencia en comprar la ensarta de tilapias que lleva un transeúnte desencadena una agresión, mas, con todo y su violencia, no alcanza esta la trascendencia de la historia que después del debate en el club cuenta el sabio Zheng a su amigo Han en el séptimo cuento “chino”, mostrando las sutilezas de una erosiva e inamovible burocracia.
Trae también El club de los pescados muertos historias de pesquerías, como aquella a bordo del Ginetta un día de torneo, o el modo harto arriesgado en que se las arreglan tres buenos nadadores del río Santana para capturar un gran tiburón y vender la carne a sus vecinos. En otros relatos, la pesca no pasará de ser una expectativa desencadenante, como las ofensas gratuitas de unos jóvenes borrachos a unos aficionados de paso por su pueblo en “El hombre de los limones”, o las advertencias policiales de “No es lo mismo”, o en el desenlace metafórico de “Abducido”, o en la decisión del reportero Jesús de dejar la emisora y dedicarse a pescar para sobrevivir en uno de esos períodos de carencias que ha conocido su país, o en el desbordado encuentro amoroso que culmina “Sirenas”, tras el incidente en que se ve envuelto un pescador de vara y carrete por su falta de habilidad en el manejo del avío. Anécdotas, en suma, de tiempos y espacios percibidos en la realidad, si bien traídos a estas páginas con la imaginación y el sentido crítico que el arte de contar demanda.
La nueva noticia acerca de este libro es que la casa española Ediciones El Drago ha aceptado incluir El club de los pescados muertos, con sus quince cuentos y alrededor de 130 páginas, como uno de sus proyectos de publicación, mediante la variante de micro-mecenazgo o crowfunding. Como habrá lectores interesados en ser los primeros en recibir la obra impresa o su versión eBook, les recomendamos preguntar en la página www.edicioneseldrago.com, y sumarse.
Comments
Post a Comment