Versos liberados/01
Versos liberados/01
Conversación con el Hacedor
Dios debería ser un árbol
(alguien podría soplarle
este rezo al buen Señor).
Debería levantarse sobre la tierra ardiente
Como una seiba de ramas extendidas
Y tronco poderoso
O como un almendro de compacta sombra
Bajo sus hojas relucientes.
Dios debería ser un árbol
Si le acomodase la nueva función
Y a su edad podría ser
Reconfortante
Un poco de descanso:
Cuidaría una parte conforme de su Reino
Y dejaría a los complicados
Animalitos bípedos
Terminar la tarea
tan obstinadamente elegida por ellos
de destripar juguetes
y revolcar la casa.
―Escoge, Señor,
Ser un mango de jugosos frutos,
Manglares paternales e infinitos.
Ostenta el verde tierno
Del mamoncillo al final del verano.
Ofrenda la humedad
Que nutre al microbio al león
Al elefante al pez a la vaca
Que da leche y carne [Oh sorpresa],
A los descreídos de esta calle
Donde todo el que llega
Cercena un tronco
Lo desnuda
Lleva sus restos en compañía
De los detritus de la casa.
Y, Dios,
Si no fueras un árbol
¿Podrías ser un rayo, oh Señor?
¿Una piedra siquiera?
¡Qué golpe compasivo darías
Al portador del hacha!
© Ismael León Almeida. Del poemario en preparación Del oso blanco y otras maquinaciones.
Cuidado con Selena
Confiarás en la luna
con pausada cautela:
mañana
te sorprenderá,
y pasado mañana.
Evitarás creerle
las silenciosas insinuaciones
de los cuartos crecientes
y del menguante te cuidarás
aun cuando la lechuza finja
el placer de la luz
y el ocupado crequeté
proclame estar de acuerdo.
Puedes intentar aprender
de las calladas, nostálgicas
entradas en escena
de su rotunda luz.
Vigilante,
una noche la estarás esperando
cuando su halo circunspecto
corone la yagruma
(Recíbela con vino y rosas,
eso sí).
© Ismael León Almeida (2019)
Índoles
La que se hace fotografiar
con sonrisa distante
y un puddle blanco
dominándole el pecho.
Y el que sube a internet
su signo de
definible jerarquía:
“mi gata y yo,
solos
en un apartamento
de Manhattan”.
Los que fueron felices
y criaron el mismo cactus
todos los años.
[O los que se buscan
en el horóscopo,
O tuvieron una historia de amor
en una playa
que no existe]
Y los demás
complicando inútilmente las opciones,
con lo fácil que sería
comprarse una mascota.
© Ismael León Almeida (2020)
Huellas
En alguna otra vida
haría obsequio galante
de un frasco de Channel número cinco,
un par de Pradas para piernas esbeltas
que vería alejarse.
Una cartera de mil, dos mil, cuatro mil dólares,
(salario de diez años en el día)
de una tienda cualquiera de otra Quinta Avenida.
Para el cuello insinuante, caída la medalla
hasta los senos naturalmente espléndidos,
colgaría los dieciocho kilates de una virgen
(no es alusión envuelta en papeles de seda).
Algún viaje a París,
afortunados tiempos de aquella otra
trasvida,
o al menos la soñada
aventura de pesca
a Bahamas en yate,
continuidad de islas
que no hablan español
y Hemingway nombraba.
En veranos lluviosos o en la otra estación
del archipiélago,
de tiempos a esta parte ofrendas hubo
de poemas viajeros en entrega especial,
algo así como el viento
dispersa las semillas
de la ceiba y del roble.
Noticias aseguran
que ninguna de aquellas
Venus tan celebradas
accede a desprenderse de las viejas cuartillas,
gastados testimonios que ni aspirar ya pueden
a obtener algún voto para la antología.
Defienden las señoras su
esmirriado legado,
de asedios conyugales y burlas de las nietas.
Será tal el problema
de reencarnar de pobre
¿o qué otra cosa cabe?
© Ismael León Almeida (2020)
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