Rema, que aquí están muertos
Rema, que aquí están muertos
Desde la simplicidad anecdótica inaugural, nacida de una oralidad propia de los alardes y exageraciones de los fanáticos aficionados a la pesca recreativa, los cuentos de esta colección se apegan de diversos modos al contexto temático enunciado para sumergirse unas veces o siquiera aludir, en otras, a toda una diversidad de inquietudes de la contemporaneidad de un país que parece replicar sus facetas a pesar de los avances de una modernidad basada en la utilería tecnológica y del persistente mimetismo de mensajes que apelan a la motivación socio-histórica como único sentido de la expresión colectiva.
Demasiado muertos para soltarlos (Ismael León Almeida, 2020) es en efecto un libro acerca de la afición a la pesca y en algunos de sus relatos la acción asume del modo más exacto el tema que los convoca; así es, al menos, en “Menú de truchas” y en “De todas formas, Juan”, en el aparente didactismo de “Clave para un viejo que sabe”, incluso en el cuento que da título al cuaderno, controvertida alusión a prácticas contemporáneas del Catch and Release, o capturar y soltar, pero sobre todo nostálgica memoria de momentos compartidos en espíritu de amistad. En otras de sus propuestas, el autor tomará únicamente la intención temática, algún elemento referencial, tal vez una justificación para irse desde ella a cuestiones que abordan un paisaje social no estrictamente afín al pasatiempo de las aguas.
Con la pérdida del poder adquisitivo del salario, desde los noventa, incluso antes, las estrategias de subsistencia echarían mano a la pesca informal o a potencialidades de su contexto. Tal es el caso de “El vendedor de beta de pescar”, de “Patao aventura” y sobre todo de “Carnada”, muestra de una estructuración sistémica de los procesos alternativos de obtención de ingresos para subsistir, a pesar de incrementos salariales y del aumento exponencial del sector cuentapropista, que una parte de la población asume sin demasiado temor a los riesgos, que el relato resume en el reto al más peligroso de los tiburones locales, aunque sin alcanzar la tensión que sobrelleva en su búsqueda el solitario montero de “Una paca de fulas”. En “Dorado del alto”, en contraste, la exhibición de un pez será para el traficante de divisas un señuelo que lo protegerá de la indagación policial, mientras el anciano de la fantasía de “Hombre de cartón”, echado a la deriva por macabra broma de los celebrantes de una hazaña delictiva, será identificado por el agente de la ley como otro pescador balsero en la noche del Malecón de la ciudad.
Tal vez el sentido más nítido de los 15 cuentos de este libro pueda asociarse a ciertas locuciones del cubano contemporáneo, que invitan metafóricamente a remar para apartarse de parajes donde el pez supuestamente no va a picar, o a hablar de pesca cuando otros temas no resultan convenientes, de ahí el enfoque crítico de textos como “La jugadora” y “Enfriamiento súbito”, para cuyos inocentes protagonistas la expresión de ciertas realidades es más importante que las imaginadas o reales consecuencias.
Si acompaña la suerte, Demasiado muertos para soltarlos estará en poco tiempo al alcance de los lectores, si a alguna editorial le es servido recibirlo.
© Ismael León Almeida (20.10.2020)
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