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La poética de Marina Burana

 Marina Burana: Retener las esencias Ya tarde en la jornada, rebelde de las rutinas de las que dicen se vive, releo cinco composiciones de la argentina María Burana (1986) y advierto su sensibilidad múltiple, una particular percepción de la materia y el sentido a veces inapresable del lenguaje, vuelto como luz o energía en su pureza, a los que sobran interpretaciones sensoriales.  Mucho aprecio esa voz íntima, esa serenidad que a veces se nos escapa en estos días. Me refiero a ese minucioso tratado de introspección que es Un momento, en el que los rincones feroces de angustia resultan al cabo derrotados por la constancia misma, el testimonio de la poeta. Poemas breves, parecen impresos tal y como surgieron de un golpe de vista, o de respiración que sin avisar se detiene y nos deja un poco levitados, pero un ínfimo segundo nada más, por suerte, que hay que cruzar las calles y llegar al lugar donde el cuerpo es preciso. A quien la naturaleza le habló desde tan temprano, antes que los se

Los editores y el redactor

 ESA PERSONA DEL ESCRITORIO DE ENFRENTE La vida es un misterio. Los únicos que no lo creen son los que se levantan a las nueve de la mañana y le saltan encima al móvil para ver cómo les comienza el día con un poco de diversión. Durante los primeros años en el periodismo, que uno se creía poco menos que Clark Kent a punto de desabotonarse la camisa, hallaba que los editores de la redacción eran unos tipos metidos que siempre tenían a mano el modo de hacerte perder tiempo. Además de ceño fruncido y un vocabulario que solamente incluía errores de redacción, tenían un índice pulcro para que no le quedara duda de en cuales líneas de aquel par de cuartillas estaban el adjetivo innecesario, el verbo que inducía a confusión a los lectores y el sustantivo que clamaba por el diccionario de la RAE, tres tomos temibles siempre visibles a las espaldas de aquel Él o Ella. Verdad que el ignorante trabajaba en una agencia de prensa de mucha autoridad y aquellos despachos tenían una visibilidad horr

Rituales

 RITUALES Leo en algún sitio de las redes un mensaje acerca de rituales de la escritura. O spara que el proceso mental de la redacción se desencadene. Me acordé de Hemingway, que es uno de los pocos escritores por cuya vida privada uno ha tenido que interesarse, que tenía aquello de los siete lápices a los que sacaba punta y lo de tapar el timbre del teléfono con papel para evitar ser molestado. Todo ello, viviendo en una finca con una plantilla de servicio que hoy mismo habría podido solucionar lo de la cola del gas, la de la panadería, la gestión del alprazolam en la farmacia, y todavía les quedaban manos para lavar, limpiar, cocinar y conducir el auto, y aun con la magia de ser un lugar donde el silencio es uno de los tantos lujos que mucho habitante insular quisiera para sí. Pero lo del autor de San Francisco de Paula no tenía lo que he entendido como rituales. Sí escribía de pie, sobre la piel de algún animal que su ego había asesinado, y probablemente descalzo. Tal vez cuando

Hablando de pesca con Ismael

 HABLANDO DE PESCA, DE FILIPINOS Y DE HEMINGWAY CON ISMAEL LEÓN ALMEIDA Por Gladys Rodríguez Ferrero 1- ¿QUÉ MOTIVA A ISMAEL LEÓN A LLEVAR A CABO ESTA INVESTIGACIÓN TAN ESPECIAL? Sin retórica alguna debo expresar que escribo e investigo a causa de una desmesurada curiosidad. En un principio tal vez habría cierta funcionalidad con el oficio de periodista, a causa de la necesidad de hallar argumentos suficientes para informar sin trampas al público. Pero en el fondo es eso, la necesidad de explicarme a mí mismo las cosas. En este caso, ya había escrito en un libro que la pesca comercial de agujas por el método de calas profundadas era un procedimiento propio de Cuba, porque así lo había afirmado una fuente creíble en 1930, pero cuando Hemingway aseguró que lo habían traído pescadores filipinos, y la fuente anterior lo afirmó a continuación, y ninguno de los dos ofreció pruebas contrastables de su afirmación, me sentí retado a indagar lo cierto que hubiera en ello. Tenía, por supuesto, q

Diálogo en la costa

 DIÁLOGO EN LA COSTA  Era un viejito seco, de ropas gastadas y un sombrero de otro siglo en la cabeza pequeña al igual que su cuerpo. Nos encontramos al pie del torreón de la Chorrera; uno deambulando por sorprender algo nuevo y no sabido en las artes pesca, él, sencillamente descamando unos pescados acabados de desembarcar, no parecía cansado ni que le importara demasiado los años que portaba.  Declara su nombre con amabilidad, con modales antiguos y algo raros en la orilla: él era Jorge Gómez de la Maza y Rivero y sí, sobrino de un Gómez de la Maza antiguo, Federico, muy sabio en materia de peces cubanos.  ¿Usted recuerda a que edad comenzó a pescar en el Malecón? Yo empecé a pescar con una varita de sardinas en el Espigón en el año 26, fue cuado lo del ciclón, yo tenía nueve años. Y luego ese mismo año fui a pescar afuera en una arribazón que hubo de pargos, después que pasó el ciclón. Fui con mi abuelo. Cogimos como unas 70-80 libras de pescado. El me dijo, Oye, tenemos que i

La mujer de amarillo (cuento)

 LA MUJER DE AMARILLO Era rubia y vestía algo de color de los mangos maduros, cuando es año de lluvias tempranas y abundan las frutas en las ramas de los árboles. El hombre estaba apurado, parqueó la bicicleta a un costado y mencionó un medicamento. O esa mujer era la de ayer y el hombre era el mismo: tenía mala cara y sabía que estaba enfermo. Y no mencionó medicamento alguno, sino que entregó unos papeles y el carné de identidad para que le inscribieran en la farmacia. La mujer de la mesa acababa de atender a una señora de la cola, otra estaba en punta y detrás del hombre de la bicicleta había todavía dos personas. ― Voy a almorzar. En media hora los atiendo ― y sacó un pozuelo y unos cubiertos y se puso a comer a la vista de los clientes, que sin proponérselo hallaban con la mirada el muralito sindical sobre la cabeza de la mujer, con las coloridas fotos de los próceres recientes. Nada importante, no hay norma que cumplir en ese apartado del día. Además, media hora de almuerzo es má

Recuerdos del viejo libro

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 RECUERDOS DEL VIEJO LIBRO Por Ismael León Almeida Acabábamos de cumplir cincuenta años y ahora nos recordamos sorprendentemente jóvenes. Habíamos pasado el día a bordo de una embarcación, tratando de escribir un reportaje sobre la pesquería de agujas en la corriente del Golfo, y yendo en un ómnibus de regreso a la ciudad le dijimos al fotógrafo si podíamos ir esa noche a un concierto. Era el 27 de abril de 2002 y el cantante Polo Montañez se presentaba con su grupo en La Piragua, la plaza habanera donde los músicos grandes de verdad probaban su arrastre de público.  Así comenzó la historia del libro Polo, cantor de la montaña, que acabaría siendo objeto de una hermosa presentación, organizada por el Obispado de Pinar del Río, cuya editorial Vitral se encargó de hacer público el libro el 26 de noviembre de 2003, justo el día que se cumplía el primer aniversario de la muerte del cantautor Fernando Borrego Linares, luego de una breve y sorprendente carrera artística. Aquella presentación